El consumo diario recomendado (CDR) de proteínas, según una valoración de la EFSA emitida en 2017 (Dietary Reference Values for nutrients Summary report), es de 0,66 g de proteína por cada kg para niños y de 0,8-1,25 g de proteína/kg para adultos. En base a ello, se estima que una persona adulta promedio de entorno a 70 kg debería consumir entre 56 y 87,5 g de proteína, entendiéndose que son valores promedio y que se trata de recomendaciones que dependen del caso concreto de cada persona.
Las principales fuentes de origen de proteínas en la actualidad son la carne, pescado y derivados de origen animal (queso, huevos, etc.). Sin embargo, debido al crecimiento desmesurado de la población mundial, la producción y el suministro de estos alimentos se verá comprometido a medio y largo plazo, de la mano de otras implicaciones como el impacto medioambiental y las implicaciones éticas e ideológicas de la explotación y el sacrificio de animales.
Es por este motivo que en los últimos años se han realizado numerosos estudios relacionados con la búsqueda de proteínas vegetales que puedan cubrir estas necesidades, alineadas la tendencia que ha marcado el mercado agroalimentario contemporáneo: el mundo plant-based y lo veggie.
Las principales fuentes de proteínas vegetales actualmente son las obtenidas a partir de soja y de guisante, siendo la primera de estas la más empleada por sus cualidades tecnológicas y versatilidad. Se trata de proteínas que podemos observar en diferentes productos del mercado como pueden ser productos vegetales análogos a los cárnicos, como hamburguesas o albóndigas vegetales.
No obstante, estas alternativas presentan inconvenientes como la alergenicidad de la soja y el suministro de guisante, así como el intenso sabor de este, por lo que resulta necesario buscar otras fuentes de proteína que equilibren estos inconvenientes.
El garbanzo, lenteja o cereales como el arroz o el trigo (gluten) son algunas fuentes de proteína alternativas que se emplean actualmente, aunque en menor medida debido a sus propiedades antinutricionales como la alergenicidad del gluten o su inferior idoneidad tecnológica. Es por este motivo que organismos investigadores, como Ctic Cita, estudian diferentes fuentes de proteína vegetal de mayor calidad que den lugar a productos altamente competitivos en el lineal. En este sentido, se está trabajando con:
- Algas, microalgas, hongos (micoproteína), etc.
- Proteínas que se encuentren en descartes de verduras que, por su aspecto, no son vendidas a consumidor pero que su calidad es óptima.
- Subproductos: otra línea de investigación está enfocada a la revalorización de subproductos ricos en proteína como pueden ser el derivado de la colza, que tras la extracción del aceite se queda una masa (también denominada torta) que suele emplearse en alimentación animal, dado que aún no se ha estudiado como emplearlo adecuadamente para alimentación humana.
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